El cielo grita y todo se enloquece;
gira y se transforma de modo incomprensible;
golpea y se desorienta sin saber por qué.
No sé qué es peor,
si la madrugada desvelando el sueño
o el sueño que madruga y me desvela.
El azote del viento golpea en la cara
y recuerda días grises, azules, rojos…
Pero ya no hace llorar mis ojos.
Sólo los entristece.
El tiempo.
El tiempo corre, cojea, se para.
Así de cambios está lleno mi cuerpo
cuando fluyen los pensamientos,
cuando tengo que recomponerme.
No me importa que los segundos se caigan,
uno a uno, y avance todo,
pero ¿dónde tengo que llegar que no alcanzo?
Todo parece desdibujado,
oscuro como las sombras chinas
y, sin embargo, atraen esa irrealidad
como algo cierto y verdadero.
El dolor es fuerte, me ata, aprisiona.
¡Cuánto cuesta romper cadenas!
Qué fácil es hacerlo
porque la torsión de la mano es libre.
Comprender lo incomprensible,
aceptar lo inaceptable,
desdibujarse,
hacer un baile de máscaras en la que la vida es pista
y tú el único bailarín.
No me canso,
pero cuesta tanto seguir cuando al cuerpo le falta algo.
No tengo fuerzas
y sufro por lo que he de dejar.
No me reconforta lo que escribo,
pero escrito está.
Si ha de estar presente un tiempo,
que la soledad no me ahogue.
Ir hacia adelante,
seguir,
no pararse,
dejar tantas cosas atrás…
demasiadas.
Me ha costado tanto desenredarme,
que ya no se volver atrás ni quiero.
Abrazos literarios.
© 27 Infinitos
Reblogueó esto en Semiología de la Comunicacióny comentado:
… .¨El cielo grita y todo se enloquece; golpea y se desorienta sin saber por qué. /El azote del viento golpea en la cara, cuando fluyen los pensamientos, como algo cierto y verdadero. /Comprender lo incomprensible, y tú el único bailarín. Si ha de estar presente un tiempo, que ya no se volver atrás ni quiero¨.
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