La culpa no es del Cha, cha, cha
La culpa no es del cha, cha, cha.
La culpa no es de nadie.
Lo que ocurre es la magia,
la energía,
que fluye y llama sutilmente.
Todo lo inicia la música,
dos desconocidos que se atraen
pensando que es casualidad…
o no.
Hay hilos invisibles que los unen
y la mirada cambia con las primeras notas.
Las manos toman a la otra persona,
sintiendo una energía especial.
La respiración se acompasa a la del otro,
el corazón busca el mismo ritmo del otro,
la piel se eriza
y el roce produce descargas.
La distancia se acorta.
A cada paso se pegan las caderas.
Es ahí, con el contacto,
cuando se produce la química que nos altera.
El olor es más profundo,
la atracción profunda.
Queremos probar la boca prohibida
y la otra boca también.
Cuando la música termina
no sabemos ni queremos separarnos.
Decidir qué hacer…
Lo mejor es irse con él o ella.
Vivir el momento,
ahora y para siempre.
Abrazos literarios.
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