Abrazado a ella
contemplo el atardecer desde lo alto.
El sol al mar
y se tiñe en mil colores.
A lo lejos, una gaviota vuela
y la brisa la arrastra.
Abrazado a ella veo las olas
que se mueven al son del viento, de la luna.
La brisa mueve sus cabellos y la luz,
que mengua, los oscurece.
La luna enamorada
vuelve loca a las estrellas,
que tintinean desde lo alto, blancas.
El ruido de los motores se apaga
y sólo se oye el mar, la brisa
y el acariciar de los cabellos lisos, suaves.
Abrazado a ella
recuerdo en mi memoria
largas tardes de verano,
amores, sueños en la noche.
Cantos trae el viento,
que suenan al viejo mar,
al lejano tren, al suave piano,
a sus palabras.
Abrazado a ella
miro cómo parpadean las luces,
escucho ruidos lejanos,
a un pájaro, a la noche.
Abrazado a ella
no siento calor, frío,
sólo vivo un instante en el tiempo,
corro hacia otros mundos en mi memoria
recordándola cómo fue.
Abrazado a ella estuve una tarde,
un anochecer y, ahora,
sus cabellos los mueve
la brisa de mi mente, los siente,
y un amor se pierde en la lejanía
cuando un atardecer tiñe de tonos rojos
el mar,
el anochecer,
al vivir.
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