Una rosa desangrada
Una rosa desangrada
contorsiona agua y pétalos en el suelo.
La ola balbucea
palabras saladas en la arena.
El árbol desata
fantasmas en la noche del búho.
El agua marchita
alza vuelo desnudo entre el viento.
La noche es luz de sueño
que la marea arrastra.
El día refleja estrellas
incrustadas en mar azul.
La calle arroja cascabeles
y el gato suena en el tejado.
La soledad cierra paredes blancas
cuando el edificio llora.
La lluvia estrella nubes grises
en las antenas.
La calle se aleja ebria de agua
que los faros iluminan.
El viento corre loco
y sueña perderse entre su pelo.
El desierto cabalga sobre la arena marrón
de recuerdos grises.
Cuatro caracolas cantan melodías
que el desierto trae sobre las olas.
El corazón duerme
acompasado con los sueños.
El agua ducha el sueño
y, turbio, recorre el sueño plomo.
La ciudad galopa
cuarteada de colinas.
La nube siembra noches blancas
cuando gime el suelo opaco.
El cruceiro esconde caminos de bosque
en la ruta nocturna.
Agua tibia necesita mi ser
para calmarse en la melancolía.
© 27 Infinitos